Uno espera (y muchas veces lo hemos comentado en este blog, en artículos como este) que al recurrir a la economía colaborativa va a notarlo en el bolsillo. Que es seguro que, sorteando muchos de los procesos, impuestos y puestos de trabajo del modelo “clásico” el precio del servicio ha de ser, necesariamente, inferior. Esto es la opinión mayoritaria; ahora bien, ¿corresponde la percepción con la realidad? Y, con independencia del resultado, ¿deberían ser “sí o sí” los servicios colaborativos más asequibles para los usuarios que los tradicionales para los clientes? Vayamos a los datos, en el escenario de una realidad muy presente estos días: ¿Cómo vuelvo a casa por Navidad?
Pongamos el caso muy común de un pamplonica que vive en la capital y regresa a la tierra, el 31 de diciembre coge vacaciones y tiene varias opciones:
Piensa en un primer momento que seguramente el tren esté por las nubes, y comprueba rápidamente que las tarifas rondan los 60 euros. ¿Avión? En el extraño caso de que estés dispuesto a gastarte 273 euros puedes hacerlo pero entonces olvídate de trabajar ese día en Madrid (salida a las 09:15 h), por lo que lo descartaremos en este “análisis”. Seguimos: La siempre manida opción del autobús. Regresar volviendo por Soria sale (redondeando) por 31 o 42 euros, según el confort deseado. La otra compañía, sin paradas, tiene un precio fijo rondando los 23.
¿Y qué hace pinta aquí la economía colaborativa, máxime cuando la principal plataforma de transportes entre viajeros nació hace 6 años cuando un ciudadano se encontró unas tarifas desproporcionadas para volver desde París a su localidad natal en Navidades?
Blablacar (mejor dicho, sus intrépidos conductores) nos permiten comernos el turrón con nuestra familia por 23 y 20 euros respectivamente (en otras redes, por el momento, no se han publicado coches para este trayecto).
Con todo esto, y dada la rapidez con la que se agotan las plazas estos días, ¿qué puede hacer nuestro protagonista? ¿Hasta qué punto, en este justo momento, encuentra una solución claramente superior en los servicios colaborativos? Ciertos factores que puede llegar a valorar para tomar una decisión:
1) Descuentos por ida y vuelta: Algunos medios, como el bus, ofrecen importantes rebajas en torno al 30% en caso de contratar conjuntamente la ida y la vuelta. Con el inconveniente / ventaja (según se mire) de planificar con tiempo uno puede ahorrarse unos 10 euros: Las plataformas colaborativas no ofrecen por el momento este “plus”, al basarse esencialmente en personas concretas y trayectos individuales.
2) Costes ocultos: Las consabidas comisiones, esas que a veces no se esperan y nos suben unos euros el coste del servicio. Los trenes no cuentan con ellas, los autobuses depende (una compañía no, siempre que se compre en taquilla, y otra tampoco siempre que abras un perfil de usuario). Aquí la economía colaborativa volvería nuevamente a no beneficiar al usuario, en tanto que la reserva exige el pago de una comisión (variable según el precio y la antelación): No hay ninguna forma legal de evitar este peaje en desplazamientos de larga distancia, lo que en ocasiones hace que estos viajes superen en precio a sus “competidores” (o era al revés) estándar.
3) Promociones: Las compañías ofrecen ocasionalmente ofertas que pueden llevar a moverte por tren por 15 euros (caso real de Renfe durante Navidades) o en bus (unos 19 euros con cierta antelación). Los usuarios, “ciudadanos productivos” según el estratega y pensador Javier Creus), no son dados a las “rebajas” al chocar ello de raíz con el propósito principal de compartir gastos y tiempo, que no es otro precisamente que el de compartir gastos y tiempo.
4) Rapidez: El tiempo en recorrer los 450 km. por carretera que separan ambas ciudades resulta totalmente variable: Desde las 3 h 15’ del tren ALVIA hasta las 5 h 40’ del autobús con la ruta más larga, los shared cars podrían situarse en un punto intermedio (según los cafés / retrasos / conocimiento de las carreteras de las ocupantes, lo que desde la experiencia puedo decir que es totalmente dispar en cada viaje).
5) Seguridad: Muchos amigos me trasladan la inquietud que les supone “jugarse” la comida de Navidad o la cena de año nuevo a que el conductor realmente “responda” y aparezca. Se oyen casos de “gente a la que dejaron tirada” y eso asusta. Aquí convendría conocer el dato oficial de cancelaciones en fechas sensibles. Hasta entonces, a priori los métodos tradicionales ofrecen una mayor certeza de que la operación se va a producir convenientemente.
6) Tiempo de trabajo & Tiempo de ocio: Muchos aprovechan los viajes para trabajar y muchos para descansar, no hay nada escrito. En esta ocasión podríamos hablar de “empate” estimando que en un principio (cogiendo esto con pinzas) la economía colaborativa va a darte más diversión y la clásica más oportunidad de “currar” (lo que no quita que unos cuantos hayan ligado en un autobús y otros (yo mismo) hayamos hecho un PowerPoint por la A-1).
Atendiendo a esta situación que tantas personas han experimentado / están experimentando estos días (y simplificándolo enormemente para encajarla en unos cientos de palabras), podría concluirse que el consumo colaborativo en el sector del transporte durante fechas especiales no ofrece claramente una ventaja económica al usuario. Brinda nuevas posibilidades, nuevos horarios y nuevas experiencias, pero generalmente hablando no se traduce en propuestas seductoras para el bolsillo.
Ello deja muchas derivadas interesantes: ¿Es correcto que sea así o “se esperaría” otra cosa? ¿Por qué las opciones colaborativas han de ser más asequibles? ¿Ello es sostenible? ¿Qué hay de las economías de escala? Y por otro lado, ¿dónde se queda todo ese dinero «ahorrado» respecto a la economía tradicional de mercado?
Hay debate para rato, y estaremos encantados de que no estéis de acuerdo y compartir impresiones. Sea como sea, que ningún viaje, tarifa o atasco os amargue estos días tan bonitos: Disfrutad muchísimo y comenzad el año con las baterías cargadas.
Un fuerte abrazo desde La Tribu.